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BATERÍAS DE FLUJO Y SU PAPEL EN EL CALENTAMIENTO DE PROCESO
El hielo, el vidrio y el hierro están revolucionando la forma en que los científicos piensan sobre el antiguo problema del almacenamiento de energía.
Esta es la historia de las baterías de flujo, que emergen recientemente como una importante solución independiente de almacenamiento de energía.
Durante mucho tiempo, las fuentes de energía renovable como la solar y la eólica han estado plagadas de falta de fiabilidad en términos de suministro de energía confiable. La falta de confiabilidad significaba que teníamos que recurrir a centrales eléctricas de carbón o gas para satisfacer nuestras necesidades energéticas.
Una de las soluciones exploradas para lidiar con el suministro de energía intermitente es tener un medio de almacenamiento de energía vinculado a fuentes de energía renovables. Esto significa que almacena la energía en los períodos de máxima producción y la descarga cuando la oferta es inferior a la demanda. Las soluciones de baterías más tradicionales, incluidas las baterías de iones de litio, han demostrado ser costosas, peligrosas, inflamables y obstaculizadas por los problemas de degradación del almacenamiento una vez que el ciclo de carga y descarga comienza a aumentar.
Las baterías de flujo resuelven los desafíos asociados con los medios tradicionales de almacenamiento de energía. Una nueva tecnología, las baterías de flujo utilizan electrolitos que se almacenan por separado en tanques. Se bombean a través de una celda electrolítica donde los compartimentos están separados por una membrana que permite únicamente el intercambio de iones. La batería de flujo también se denomina batería Redox porque abarca la reducción/oxidación en ambos lados de la membrana. A diferencia de las baterías tradicionales, como las de plomo-ácido, donde el material electroactivo se almacena en los electrodos, las baterías de flujo almacenan energía en el propio electrolito.