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Adiós a la fast fashion: la ropa confeccionada con materiales reciclados está de moda La función más evidente de la ropa es protegernos del frío, la lluvia, el viento o el sol.

Adiós a la fast fashion: la ropa confeccionada con materiales reciclados está de moda La función más evidente de la ropa es protegernos del frío, la lluvia, el viento o el sol.

Adiós a la fast fashion: la ropa confeccionada con materiales reciclados está de moda

La función más evidente de la ropa es protegernos del frío, la lluvia, el viento o el sol. Nos permite también expresarnos: revela qué trabajo realizamos, cuál es nuestro equipo favorito, qué música nos gusta, cuál es nuestro poder adquisitivo, o a cuál aspiramos… En el ámbito de la moda, la publicidad juega un gran papel.

Cada estación del año diseñadores, fabricantes, publicistas, periodistas e influencers determinan qué diseños y colores serán tendencia. Al no seguir sus reglas, sentimos que no vestimos como marcan los cánones. ¡Toca renovar el armario!

Aprovechando esta coyuntura, los fabricantes de ropa no han dudado en comercializar ropa a la última moda pero muy barata. Conocida como fast fashion o moda rápida, suele ser el resultado de la deslocalización fabril: se fabrica en países donde la mano de obra es más económica, de ahí su precio. Incluso se está hablando ya de “moda ultra rápida”, con la irrupción de actores como Shein o Temu en este mercado. El gran inconveniente es que la fast fashion contribuye a un ciclo de consumo y desecho presuroso que dificulta enormemente los esfuerzos de reciclaje textil y tiene un impacto ambiental negativo:

Se produce una gran cantidad de prendas de baja calidad que se desechan rápidamente: enormes cantidades de residuos textiles terminan en vertederos, dificultando el reciclaje.

Son prendas realizadas con materiales sintéticos y mezclas de poca calidad, lo que complica su reciclaje. Esos materiales no se descomponen fácilmente y liberan microplásticos al medio ambiente.

Muchas prendas contienen tintes y químicos tóxicos que pueden contaminar el suelo y el agua cuando se desechan, lo que afecta a la viabilidad del reciclaje textil, pues la manipulación de estos productos químicos puede ser peligrosa.

La producción de este tipo de ropa consume grandes cantidades de agua y energía, además de liberar emisiones significativas de gases de efecto invernadero. Esto no solo afecta al medio ambiente, también reduce los recursos disponibles para procesos de reciclaje más sostenibles.

Por estas razones, antes de renovar el armario, reflexionemos. Se impone un consumo más consciente y responsable. Comprar menos y elegir mejor. Esto implica ser más selectivos, priorizar la calidad sobre la cantidad, y optar por prendas versátiles y atemporales.

Algunos datos para tomar una decisión de compra informada: la industria de la moda tiene el cuarto mayor impacto en el medio ambiente y el cambio climático, después de la alimentación, la vivienda y el transporte; el consumo de textiles es una de las tres principales presiones sobre el uso del agua de nuestro planeta, y se calcula que los países de la UE generaron 6,95 millones de toneladas de residuos textiles en 2020, lo que equivale a unos 16 kilogramos anuales por persona. De ellos, 4,4 kg por persona se recogieron por separado para su reutilización y reciclado, pero la abrumadora cifra de 11,6 kg acabó mezclada con la basura doméstica.

Nuestro amor por la ropa tiene un enorme costo ambiental. Por fortuna, en más de la mitad de los Estados de la UE ya es obligatorio recoger los productos textiles por separado, si bien en la mayoría de los casos se trata de productos reutilizables. Luxemburgo y Bélgica tienen los mayores índices de recogida selectiva de textiles del bloque, y muy de cerca les siguen los Países Bajos y Austria. Saben que es esencial impedir que la ropa acabe en incineradoras, vertederos o exportándose fuera de la UE.

Es fundamental avanzar hacia un sector textil más sostenible y circular, como establece la Comisión Europea en su Plan de Acción de Economía Circular. En concreto, su Estrategia para los Textiles Sostenibles y Circulares garantizará que, de aquí a 2030, todos los productos textiles comercializados en el mercado europeo sean duraderos, reciclables y se produzcan respetando los derechos sociales y el medio ambiente. Lamentablemente, sólo el 1% del material utilizado en todo el mundo para la confección se recicla en ropa nueva actualmente.

Nuestro amor por la ropa tiene un enorme costo ambiental, especialmente la fast fashion. Por fortuna, en más de la mitad de los Estados de la UE ya es obligatorio recoger los productos textiles por separado, si bien en la mayoría de los casos se trata de productos reutilizables.

El reciclaje en la moda

En los años 80 y 90 el upcycling se convirtió en un instrumento de creatividad para los diseñadores de moda. Esta técnica de reciclaje consiste en volver a utilizar partes de los elementos textiles, ya sea la materia o las piezas finales, con el fin de convertir los desechos en nuevas prendas deseables. A partir del año 2000, diseñadores como el español Miguel Adrover usarán el upcycling como una herramienta creativa y como una forma de luchar contra el sistema imperante de la moda rápida.

Somos optimistas: en lugar de apostar por el modelo “usar y tirar”, los consumidores recurrimos cada vez más a los puntos de reciclaje para deshacernos de la ropa vieja, y compramos más prendas de segunda mano, ya sea online o en tiendas físicas. Y crece el interés por la ropa hecha de materiales orgánicos, reciclados o biodegradables, como el algodón orgánico, el lino, el cáñamo y el Tencel. Estos materiales tienen un menor impacto ambiental en comparación con los sintéticos.

Un ejemplo es la marca Thinking Mu. Se promociona como sostenible y regenerativa, pues los productos o los métodos de producción que se utilizan no sólo no contaminan sino que facilitan la regeneración del medio ambiente, es decir, descontaminan. Y esto es así, bien por el uso de fibras recicladas, ya sean procedentes de materiales reciclados a partir de ropa desechada (Material Reciclado Post-Consumo, PCR) o provenientes de los procesos de fabricación industriales; por la utilización del HEMP HEMP (cáñamo) —capaz de absorber mucho más CO2 que otras fibras celulósicas—, o por emplear otras biofibras tipo Tencel, que son producidas de una manera más sostenible y son totalmente compostables, es decir, pueden degradarse biológicamente formando compost. Otras marcas pioneras en el camino hacia una moda más sostenible y responsable son: Ecoalf, que crea ropa y accesorios a partir de botellas de plástico recogidas del océano, neumáticos y redes de pesca; Patagonia, que usa poliéster reciclado en muchas de sus prendas, y Girlfriend Collective, una marca especializada en ropa deportiva fabricada con botellas de plástico.

PICVISA se suma al proyecto RETEXCAT

Las principales marcas de moda catalanas ya han apostado por su capacitación en ecodiseño. Se han sumado al proyecto Retexcat, donde participan una decena de empresas industriales, entre ellas PICVISA. Desarrollado en el marco del Pacto por la Moda Circular en Cataluña, el objetivo de Retexcat es sumar y coordinar los esfuerzos de los actores de la cadena de valor textil, para construir una industria más sostenible y respetuosa con el medio ambiente.

Conviene decir adiós a la fast fashion y dar la bienvenida a la moda lenta o slow fashion, que promueve la producción ética y sostenible de ropa de alta calidad y duradera. Vestir esas prendas supone aportar un granito de arena para preservar la naturaleza, pero es preciso fijarse en las etiquetas y averiguar dónde se fabricaron. Porque hay marcas que tratan de confundir a los consumidores al promocionar falsas prácticas medioambientales, cuando lo que practican es el greenwashing, también conocido como “ecopostureo” o “ecoblanqueo”, aun a costa de perder su prestigio. Tenemos la libertad de elegir. Reconforta descubrir que ya son muchas las personas que apuestan por la moda sostenible, duradera y por preservar el medio ambiente.

Información

  • Barcelona, Spain
  • PICVISA